Has probado a fermentar kéfir tú mismo? Si es la primera vez que lo haces, te espera un sabroso manjar. Es un poco como un proyecto científico que termina en una deliciosa bebida. El kéfir de leche de cabra pueden ser excelentes formas de incorporar probióticos a tu dieta, pero ambos tienen sus peculiaridades.
Empecemos con el kéfir de leche. Imagínatelo como el primo más divertido del yogur. Es cremoso, ácido y está repleto de microorganismos beneficiosos para el intestino. Para empezar, se necesitan granos de kéfir de leche. No son granos, como el trigo o el arroz, sino pequeños racimos que contienen bacterias y levaduras que parecen pequeñas flores de coliflor.
Coge un poco de leche, ya sea fresca o congelada. Leche de cabra, de vaca o incluso de oveja, si te sientes aventurero. Vierte la leche en un frasco de vidrio con los granos. Cubre el frasco herméticamente con un paño atado con una banda elástica. Esto mantendrá alejados a los invitados no deseados, como las moscas de la fruta. Es hora de esperar. Déjalo reposar en la mesada durante aproximadamente 24 horas.
Estará listo cuando la mezcla se espese y comience a tener un olor ácido. Puedes colar los granos con un colador de plástico (los coladores de metal son ásperos y pueden dañar a estas delicadas criaturas). ¡Tu kéfir casero está listo! Echa los granos en leche fresca para hacer otra tanda. O guárdalos si quieres un descanso.
El kéfir de agua es la versión efervescente de su primo cremoso. Esta versión no contiene lácteos, por lo que es perfecta para quienes son intolerantes a la lactosa o simplemente quieren algo más ligero.
Los granos de kéfir de agua son translúcidos y tienen un aspecto diferente a los granos de kéfir de leche. El kéfir de agua se elabora disolviendo azúcar en agua filtrada. Agrega un poco de fruta seca a los granos, como higos o pasas.
Cubre el frasco y déjalo a temperatura ambiente durante 24 a 48 horas. Cuanto más tiempo permanezca a temperatura ambiente, más azúcar consumirán esos microbios.
Una vez que el líquido haya fermentado según tu gusto, cuélalo (de nuevo con plástico) y luego transfiérelo a botellas. Puedes agregar una segunda fermentación si deseas más burbujas. Ten cuidado, este producto puede explotar si se deja demasiado tiempo.
Fue un día en el que hice una limpieza inesperada en la cocina. No deberías pasarlos por alto.
La experimentación y la creatividad son clave. Prueba a agregar hierbas o frutas a tu kéfir durante el segundo proceso de fermentación. ¿Qué tal el de jengibre y limón? ¿O el de fresa y albahaca?
Los probióticos, que se encuentran en ambos tipos de kéfir, ayudan a mantener una buena salud intestinal. Estos también son proyectos divertidos para hacer tú mismo, en particular si disfrutas de las aventuras culinarias.
Ten en cuenta que la limpieza es lo más parecido a la santidad si estás lidiando con fermentaciones. ¡Quieres que tus fermentos florezcan y que no las bacterias malas se apoderen de ellos!
¡No dudes en sumergirte y explorar este mundo burbujeante! Puedes hacer kéfirs de leche cremosos o agua con gas fresca. Siempre hay algo nuevo para probar.